LA ESCUELA PROFESIONAL DE ÓPTICA OFTÁLMICA Y ACÚSTICA AUDIOMÉTRICA EN LA
FACULTAD DE FARMACIA DE LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA
Dr. Oriol Valls
(Publicación encargada en 2014 por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, que nunca fue publicada)
Dr. Oriol Valls
(Publicación encargada en 2014 por el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, que nunca fue publicada)
Con este título tan largo se resumen 24 años cruciales en la historia de la
óptica farmacéutica. Voy a recordar un poco de ésta, nuestra historia.
Desde hace muchos años los farmacéuticos pensamos que la óptica no nos es
ajena, sino que puede, como otras actividades parafarmacéuticas, formar parte
de la oferta profesional de las farmacias comunitarias. El principal argumento
es que las gafas son un “medicamento físico” para corregir ciertos problemas de
salud visual.
Así, no sabría decir desde cuando, se empezaron a impartir cursillos de
formación en óptica oftálmica a cargo de los catedráticos de Técnica física de
las Facultades de Farmacia de Madrid y Barcelona. Estos cursillos, de duración
no superior a un mes, estaban orientados a la instalación de una sección de
óptica en las oficinas de farmacia y se impartía un Diploma acreditativo de
asistencia sin valor legal reconocido.
Por otro lado, y fuera de la farmacia, el Instituto “Daza de Valdés” a
partir de enero de 1970, comenzó a impartir cursillos para la obtención del Diploma
de Óptico de Anteojería, creado por Real Decreto del 29 de noviembre de 1969.
En 1972 se reconvirtió en Escuela Universitaria de Óptica, dando a estos
cursillos nivel universitario.
La corporación farmacéutica, reaccionó prontamente, y siendo Subsecretario
del Ministerio de Educación y Ciencia del Gobierno Español, Don Federico Mayor
Zaragoza, se planteó la posibilidad de regularizar los estudios de óptica para
farmacéuticos mediante un título oficial. Para evitar un choque de trenes con la
citada Escuela Universitaria de Óptica de Madrid, se decidió que estos estudios
no se impartieran en dicha ciudad. A pesar de la amplia experiencia que tenía la Facultad de
Farmacia de Madrid en la enseñanza de Óptica, tal como se ha citado antes.
Las gestiones realizadas culminaron en la creación de las Escuelas
profesionales de Óptica Oftálmica y Acústica Audiométrica en la Facultad de
Farmacia de la Universidad de Barcelona y de Óptica y Acústica Audiométrica de
la Universidad de Santiago de Compostela, ambas en el mismo BOE del 6 de marzo
de 1975. Estas Escuelas se crearon como consecuencia de la Ley de Reforma
Universitaria del ministro Villar Pallasí con el fin de aprovechar la formación
recibida por los estudiantes que, completado el primer ciclo Universitario, no
culminaban sus estudios.
Si bien la intención del Legislador era que ambas Escuelas fueran iguales, la
verdad es que había alguna diferencia entre ambas, que condicionó su existencia
futura. Por ejemplo, el propio título de “Oftálmica” en la de Barcelona y,
sobre todo, en la accesibilidad. Mientras que a la de Barcelona podían acceder
únicamente los farmacéuticos y estudiantes con el primer ciclo de farmacia
completado, la de Santiago se dejaba abierta a otras titulaciones.
Los ópticos de “anteojería” contraatacaron con la creación, en octubre de
1977, de la Escuela Universitaria de Óptica, en Terrassa (provincia de
Barcelona) dependiente de la Universidad Politécnica de Cataluña. Por otro
lado, el hecho de que se permitiera el acceso a otros estudiantes no
farmacéuticos y la inexistencia de Escuela Universitaria de Óptica en Galicia,
propició que, después de quince años de buen funcionamiento, la Escuela
Profesional de Óptica y Acústica Audiométrica de Santiago de Compostela, en
noviembre de 1990, se reconvirtiera en Escuela Universitaria de Óptica,
escapándose así del control farmacéutico.
A partir de ahora me referiré únicamente a la Escuela Profesional de Óptica
Oftálmica y Acústica Audiométrica de la Facultad de Farmacia de la Universidad
de Barcelona que tuve ocasión de vivir, en primera persona, como Jefe de
Estudios, durante sus casi 24 años de funcionamiento.
Es justo recordar la magnífica labor llevada a cabo del que fue el creador,
organizador y primer Director de la citada Escuela, el Dr. Vicente Vilas
Sánchez, por aquel entonces Profesor Agregado de la cátedra de Técnica Física y
Fisicoquímica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona. Él se
ocupó de organizar los estudios, contratar el profesorado y dirigir los
primeros cursos que se impartieron en la Escuela. Poco tiempo después, tuvo que
abandonar la Escuela y trasladarse a Madrid. Le sucedió en la dirección de la
Escuela el nuevo catedrático Dr. Serafín García Fernández, hasta su jubilación,
ocurrida el año 1988. Luego el cargo de Director se asimiló al del Decano de la
Facultad de Farmacia.
El primer año de funcionamiento de la Escuela se dedicó al reciclaje de
aquellos farmacéuticos que, habiendo recibido los cursillos que se impartieron
en las facultades de Madrid y Barcelona, deseaban convalidar su título en la
nueva Escuela. Los cursillos se centraron en materias como la Optometría y la
Audiometría que no estaban incluidas en el plan docente de Óptica de las
enseñanzas previas.
Después, a partir del curso 1977-1978, las enseñanzas ya fueron de curso
completo, de un año de duración, con 10 meses lectivos y 7 horas diarias entre
clases teóricas y prácticas, lo que totalizaba cerca de 1450 horas, es decir,
casi el doble de un curso normal universitario. Se trataba de un curso
durísimo, con control de asistencia a las clases prácticas, lo que garantizaba
la inserción futura ya que los alumnos salían con una preparación excelente.
El número de plazas estaba limitado por el número de taquillas de trabajo
disponible (48) por lo que al haber diariamente dos turnos de prácticas,
solamente podían acceder cada año a la Escuela 96 alumnos. Pero la demanda era
muy superior, casi el doble del de las plazas disponibles. Había que establecer
un sistema de selección. Se estableció primeramente el criterio de dar
preferencia a los de mayor edad, con la idea de que los más jóvenes tendrían
oportunidad, más delante de matricularse en la Escuela. Este criterio fue
impugnado sobre la base de que se producía una discriminación por edad. Por
ello se cambió el criterio, seleccionando los alumnos por riguroso expediente
académico durante sus estudios de Farmacia. Este criterio, aunque fue algo
discutido por el hecho, no probado, de que existían Facultades que impartían
mejores notas que otras, era inapelable, y motivó que ingresaran en la Escuela
los mejores alumnos de farmacia de toda España.
En estos momentos, quisiera destacar la excelente labor llevada a cabo,
todos estos años por el Secretario de la Escuela, el Dr. Jordi de Bolós
Capdevila a quien correspondió la ardua labor de resolver todos los conflictos
de matriculaciones, convalidaciones, etc. También recordaré, con cariño a los
dos maestros de taller ya fallecidos, Lluis Vilar y Francisco García por su
paciencia y constancia en la formación práctica de taller de los alumnos.
Asimismo, es un deber del que escribe recordar a los otros profesores
permanentes de clases teórico-prácticas como el Sr. Jordi Portabella de
Optometría, el Sr. Francisco Llapart (recientemente fallecido) y los Dres. Ramón
Pouplana y Santiago Andrés, de Contactología, al Sr. Ramón Piera de Audiometría
y a la Dra. Mª Luisa García de Óptica Fisiológica i Optometría. Sin olvidar la
inestimable colaboración de los oftalmólogos del Instituto Barraquer de
Barcelona que participaron asiduamente en la Escuela.
Uno de los aspectos más agradables que me gustaría destacar de los años de
funcionamiento de la Escuela fue el buen ambiente y el espíritu de compañerismo
que reinaba entre sus alumnos. Jóvenes (y no tan jóvenes) farmacéuticos de toda
España convivieron durante un año en Barcelona, intercambiando conocimientos y
amistad que, en muchos casos, aún perdura. Como efecto secundario de este año
de convivencia fue la formación de numerosos matrimonios entre estudiantes de
diversas procedencias.
Los ópticos procedentes de las
Escuelas Universitarias aceptaron de mala gana la competencia que les ejercían
los alumnos de las Escuelas de Farmacia. Sobre todo por el hecho de que, con un
solo año de estudios, los farmacéuticos podían competir en el mundo laboral y
regentar establecimientos de óptica como los diplomados de las Escuelas
Universitarias, los cuales necesitaban tres años para obtener el título, aún
cuando a los primeros se les exigía, como mínimo, tres años de docencia
universitaria para acceder a la Escuela.
La creación del Colegio Nacional de Ópticos Optometristas y el Decreto del
Colegiación obligatoria para regentar una óptica, creó un nuevo conflicto entre
ópticos farmacéuticos y ópticos de Escuela Universitaria que culminó con un
gran pacto entre el Consejo General de Colegios Farmacéuticos y el Colegio
Nacional de Ópticos. Según este pacto se admitía la colegiación de los ópticos
farmacéuticos en el Colegio Nacional de Ópticos Optometristas y que, por lo
tanto, pudieran ejercer libremente la Óptica; a cambio de que se interrumpieran
indefinidamente las enseñanzas en la Escuela de Óptica de Farmacia de
Barcelona. El pacto, aceptado por ambas partes, y por el Rector de la Universidad
de Barcelona, motivó que el curso 1998-99 fuera el último que se impartió en la
Facultad de Farmacia de Barcelona.
Estuvo bien mientras duró.
Dr. Oriol Valls Planells
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