EL BLOG DE ORIOL VALLS
En este blog doy a conocer algunas de mis conferencias y publicacciones recientes que, por diversas razones no han tenido suficiente difusión. Con ello pretendo que lleguen al alcance de aquelles personas a las que les puedan interesar.
Podeis comentar cuestiones relacionadas con este blog a mi correo ovallsp@hotmail.com
Gracias por vuestro interès.
Oriol Valls
En aquest blog dono a conèixer algunes de les meves conferències i publicaccions recents que, per diverses raons no han tingut suficient difusió. Amb això pretenc que arribin a mans d'aquelles persones a les que puguin interessar.
Podeu comentar qüestions relacionades amb aquest blog al meu correu ovallsp@hotmail.com
Gràcies pel vostre interès.
Oriol Valls
Oriol Valls
dilluns, 21 de juliol del 2014
Curriculum resumido
CURRICULUM RESUMIDO DR. ORIOL VALLS PLANELLS
Nacido en Barcelona el 26 de Junio de 1942.
Estudió bachillerato en el Colegio de los Jesuitas de Caspe de Barcelona.
Licenciado en Farmacia en !965 y Doctorado en Farmacia en 1970 por le Universidad de Barcelona (U.B.).
Trabajó en diversos Laboratorios farmacéuticos en I+D+I, producción y dirección técnica desde 1965 a 1971.
Diplomado en òptica Oftálmica y Acústica Audiométrica por la U.B. y Diplomado en Óptica y Optometria por la Universidad de Alicante.
Supervisor de Instalaciones Radioactivas (Consejo de Seguridad Nuclear).
Farmacéutico Especialista en Anàlisis y Control de Medicamentos y en Farmacia Industrial y Galénica (Ministerio de Educación y Ciència).
Profesor titular por oposición, en 1971 y catedrático en 1983 de Técnica Física, Fisicoquímica y Técnicas Instrumentales de la Facultad de Farmacia de la Universidad de la U.B. Jubilado en 2013.
Titular de Oficinas de Farmacia de Barcelona y Rubí (Barcelona) desde 1985 a 2014.
Profesor y Jefe de Estudios de la Escuela Profesional de Óptica Oftàlmica y Acústica Audiométrica de la U.B.(1976-2009).
Director del Departamento de Farmacia de la U.B. (1989-1993).
Director del Departamento de Fisicoquímica de la U.B. (1993-1995)
Presidente de Aprofarm, Sociedad de Farmacéuticos Formuladores (1998-2006).
Vocal de la Junta de Gobierno del Col·legi de Farmacèutics de Barcelona (2006-2010).
Académico Correspondiente de la Real Acadèmia Nacional de Farmacia desde 1993.
Académico Correspondiente (1994) y Académico de Número (1999) de la Reial Acadèmia de Farmàcia de Catalunya (R.A.F.C.).
Director de la Revista (2005-2008) e Interventor (2007-20012) de la R.A.F.C.
Desde 2012 Vicepresidente de la R.A.F.C.
Nacido en Barcelona el 26 de Junio de 1942.
Estudió bachillerato en el Colegio de los Jesuitas de Caspe de Barcelona.
Licenciado en Farmacia en !965 y Doctorado en Farmacia en 1970 por le Universidad de Barcelona (U.B.).
Trabajó en diversos Laboratorios farmacéuticos en I+D+I, producción y dirección técnica desde 1965 a 1971.
Diplomado en òptica Oftálmica y Acústica Audiométrica por la U.B. y Diplomado en Óptica y Optometria por la Universidad de Alicante.
Supervisor de Instalaciones Radioactivas (Consejo de Seguridad Nuclear).
Farmacéutico Especialista en Anàlisis y Control de Medicamentos y en Farmacia Industrial y Galénica (Ministerio de Educación y Ciència).
Profesor titular por oposición, en 1971 y catedrático en 1983 de Técnica Física, Fisicoquímica y Técnicas Instrumentales de la Facultad de Farmacia de la Universidad de la U.B. Jubilado en 2013.
Titular de Oficinas de Farmacia de Barcelona y Rubí (Barcelona) desde 1985 a 2014.
Profesor y Jefe de Estudios de la Escuela Profesional de Óptica Oftàlmica y Acústica Audiométrica de la U.B.(1976-2009).
Director del Departamento de Farmacia de la U.B. (1989-1993).
Director del Departamento de Fisicoquímica de la U.B. (1993-1995)
Presidente de Aprofarm, Sociedad de Farmacéuticos Formuladores (1998-2006).
Vocal de la Junta de Gobierno del Col·legi de Farmacèutics de Barcelona (2006-2010).
Académico Correspondiente de la Real Acadèmia Nacional de Farmacia desde 1993.
Académico Correspondiente (1994) y Académico de Número (1999) de la Reial Acadèmia de Farmàcia de Catalunya (R.A.F.C.).
Director de la Revista (2005-2008) e Interventor (2007-20012) de la R.A.F.C.
Desde 2012 Vicepresidente de la R.A.F.C.
Las academias y la investigación
LAS ACADEMIAS Y LA
INVESTIGACIÓN
(Conferencia presentada en la Real Academia Nacional de Farmacia de Madrid en Septiembre de 2012)
(Conferencia presentada en la Real Academia Nacional de Farmacia de Madrid en Septiembre de 2012)
Dr. Oriol Valls
Excma. Sra. Presidente de la Real Academia Nacional de Farmacia.
Excmo. Sr Presidente de la Real Academia de Farmacia de Cataluña.
Muy Ilustres Sras. y Sres. Académicos.
Señoras y señores
Voy a hablarles de investigación en farmacia y sobre el papel de las
academias de farmacia en esta investigación. Pero en lugar de apabullarles con
datos y cifras sobre la investigación farmacéutica española y mundial, que se
pueden encontrar en cualquier base de datos o página web de internet, con mucha
mayor precisión de lo podamos hacerlo hoy aquí, me gustaría hacer algunas
reflexiones sobre la actual situación y la necesidad de la investigación en el
mundo farmacéutico, así cómo las academias colaboran en esta investigación.
Por ello limitaré mi intervención a formular una serie de preguntas
seguidas de unos breves apuntes de mi opinión personal sobre cada una de ellas,
basadas en mi experiencia de casi 50 años en este campo de la investigación.
La primera pregunta que me gustaría formular hoy es la siguiente:
¿Es absolutamente necesaria la
investigación en nuestro entorno farmacéutico? O ¿Sería suficiente adaptar a
nuestro país los inventos que proceden de allende de nuestras fronteras, es
decir, vamos a ser prácticos y digamos como Miguel Unamuno “Que inventen
ellos”?
La respuesta no es tan obvia como puede parecer a simple vista. Con una
simple visión economicista, siguiendo los vientos que corren ahora en tiempos
de crisis, es fácil ver que, en el actual contexto de globalización mundial y
con la facilidad de comunicación que existe entre puntos alejados de nuestro
planeta, resulta más rentable realizar la investigación en grandes centros,
dotados de extraordinarios medios y con personal altamente cualificado, que diseminar
esfuerzos en múltiples pequeños departamentos y laboratorios, repartidos en
miles de pequeñas comunidades y dotados de recursos materiales y humanos
mínimos.
Esta afirmación, absolutamente válida según mi modesto entender, en otros
temas como son la administración de recursos alimenticios o la producción de
bienes de consumo de alto coste, choca, en el caso de la investigación, con la
realidad cotidiana.
Frecuentemente observamos que, en un modesto laboratorio de una recóndita
facultad universitaria, de una pequeña ciudad provinciana, se desarrolla un
nuevo producto o una nueva tecnología que acaba teniendo un gran interés en el
entorno donde se ha producido el invento y, si la persona o el equipo que lo ha
desarrollado tiene suficiente iniciativa y capacidad para dar difusión al
invento, puede incluso llegar a alcanzar interés mundial.
Éste hecho, que puede contrastar con la teoría puramente económica antes
citada, reside en que la investigación científica es una creación humana y en
que es más arte que técnica, por lo que, como tal hecho artístico, requiere que
existan simultáneamente tres premisas, a saber, buena preparación del
artista-investigador, conocimiento en profundidad del objetivo a alcanzar y de
las dificultades para alcanzarlo y, sobre todo ilusión por la empresa-aventura
que implica llevar adelante el proyecto investigador .
Este sistema de producción investigadora, casi individualizada, o en
pequeños laboratorios, no está reñido, en absoluto, a la participación y
colaboración con otros grupos que trabajen en temas afines, para intentar
desarrollar un gran proyecto, incluso a nivel mundial. Por otro lado, con la
facilidad que existe hoy día de comunicación y desplazamiento del personal, le
resulta fácil a cualquier investigador requerir la colaboración de un gran
centro de investigación, dotado de la tecnología adecuada, para que colabore en
la resolución de algún problema concreto que surja durante el desarrollo del
proyecto investigador.
Vamos a formular una nueva pregunta:
¿Qué clases, formas o tipos de
investigación hay?
La investigación tiene muchas variantes. Se habla de investigación pura y
aplicada, división que no siempre está clara. La investigación pura sienta las
bases de la aplicada y en muchos casos mientras se está realizando
investigación pura se producen descubrimientos de un interés práctico
fundamental. Seguramente Fleming estaba realizando investigación pura cuando
descubrió casualmente la penicilina y sentó las bases de la farmacoterapia
actual.
A mí me gustaría hacer otro tipo de clasificación de la investigación en
función de su objetivo: la vocacional, la coyuntural y la funcional, aunque en
muchos casos se den situaciones intermedias. La vocacional es aquella que se
realiza con la única finalidad de conseguir avanzar la ciencia, la satisfacción
que produce la obtención del resultado o la ilusión de buscar y hallar. Este
tipo de investigación es el menos frecuente pero conocemos casos de jubilados
con buen estatus económico que dedican su tiempo a la investigación, profesores
que han llegado al cenit profesional que encuentran su razón de ser y estímulo
en obtener buenos resultados en sus investigaciones y, en otro extremo están
los becarios, sin ninguna posibilidad de promoción que buscan en su trabajo de
investigador únicamente la satisfacción de la Ciencia por la ciencia.
Mucho más frecuente es la que denomino “conyuntural”, suele realizarse en
centros públicos (universidades, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, hospitales, etc.) Se realiza primordialmente para conseguir la
promoción personal, mejorar la categoría profesional, sueldo, etc. La finalidad
de la investigación no es ya la satisfacción en si misma sino que se trata de
conseguir el máximo número de publicaciones (los llamados “papers”), si puede
ser en revistas de alto índice de impacto. Si no se puede publicar rápidamente
la investigación no tienen mayor interés.
Aunque este estilo de investigación pueda parecer poco romántico es el que
suele dar mejores resultados. Aparte de ello, el investigador, a la larga, suele
ilusionarse con el proyecto investigador de tal forma que llega a considerarlo
como algo propio, algo que ha contribuido a crear y se sienta como un
investigador vocacional.
El tercer tipo, que yo llamo “funcional” es propio de la empresa privada. Muy
importante en la industria farmacéutica. El objetivo está claramente definido
desde el principio. Debe conseguirse un invento original, que sea rentable, con
el menor coste posible y a la mayor brevedad posible. Estos condicionamientos
no son óbice para que se hayan conseguido un gran número de inventos, sobre
todo en el campo del medicamento.
Las empresas industriales saben que invirtiendo grandes sumas de dinero en
investigación podrán lanzar productos más novedosos al mercado y, con ello
incrementar el desarrollo de la empresa y conseguir nuevos beneficios. Es vital
para la supervivencia de la empresa. Los resultados no se publicarán hasta que
se haya terminado todo el proceso y se haya sacado el producto al mercado, y se
publicará únicamente aquello que convenga para la mejor promoción del producto.
En las prisas, antes citadas, reside el peligro de este tipo de
investigación. En algunas ocasiones y en otros tiempos, se han lanzado
productos al mercado, no suficientemente experimentados, como el desgraciado
caso de la Talidomida o, más recientemente, el de algunos inhibidores
selectivos de la ciclooxigenasa COX-2.
Quisiera que en esta visión del panorama de los tres tipos de investigación
no se viera ningún tipo de crítica. En mi vida profesional he practicado los
tres tipos y, en este momento no sabría decir cual de los tres es el mejor.
Inmediatamente surge una pregunta consecuencia de la anterior:
¿ Dónde es preferible realizar
la investigación? ¿En centros públicos o en privados?
Evidentemente, y tal como hemos apuntado, existen argumentos para defender
ambas posibilidades. Las empresas son quienes, en primera instancia, se van a
beneficiar de la investigación, desarrollo e innovación (I+D+I). La inversión
en recursos materiales y humanos destinados a la investigación se pueden
traducir en resultados económicos, aunque, en este caso, el riesgo de la
aventura en I+D+I es mucho mayor que en otras actividades empresariales. Aquí,
el resultado de una alta inversión puede fácilmente convertirse en nada, como
por desgracia ocurre con excesiva frecuencia. En I+D+I no son válidas las
reglas de mercado. Es como hemos dicho una aventura.
La investigación es un arte muy costoso que puede producir a una obra
genial, de alto valor, o puede conducir a un rotundo fracaso con pérdida de la
inversión realizada. Solo las empresas con alta visión de futuro y con
directivos muy ilusionados con el quehacer empresarial, son capaces de invertir
en la aventura de la investigación. A esto se añade el poco valor que las
administraciones dan al producto innovador en un entorno excesivamente
economicista apostando por el medicamento genérico que no es más que una simple
copia, que se aprovecha del trabajo investigador realizado por otros cuya
patenta ya ha caducado.
Afortunadamente el sector de la industria farmacéutica sigue siendo de los
más creativos y de los que más invierten en I+D+I. El 90 % de los medicamentos
que se utilizan en la terapéutica actual, han sido descubiertos por la
industria privada
La investigación farmacéutica, sin embargo, no está exenta de dificultades.
Los cambios producidos en los ámbitos socio-económicos y científicos durante
los últimos 30 años han representado un enorme incremento sobre las cargas que
pesan sobre la investigación de nuevas moléculas con actividad farmacológica, a
la vez que la progresiva presión sobre los precios de venta de los medicamentos
limita el margen de las compañías farmacéuticas para financiar la
investigación. Además la tendencia de los últimos años de un crecimiento
negativo de las ventas, motivado en gran parte por decisiones gubernamentales,
no permite compensar el incremento del gasto en I+D+I que ha tenido lugar.
Actualmente, en nuestro país, sintetizar y lanzar al mercado una nueva
molécula representa más de 5 años de trabajo con una inversión mínima de
300.000 ó 500.000 € y a veces mucho más.
Estos altos costes se deben a las exigencias cada vez mayores para
demostrar la eficacia y sobre todo la inocuidad y la seguridad en las fases de
investigación preclínica y clínica, que debe llevarse a cabo en varios países y
varios continentes; a la necesidad de personal multidisciplinar y cada vez más
cualificado y especializado; y a la introducción de normas estandarizadas de
trabajo cada vez más estrictas (Buenas prácticas de Fabricación, Buenas
Prácticas de Laboratorio, Buenas Prácticas Clínicas; Normas ISO 2000, etc.).
En otro lado están los centros públicos: Universidades, Departamentos del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Centros sanitarios públicos,
etc. Dotados de importantes recursos humanos y variables recursos materiales,
en los que la investigación adquiere una dimensión distinta. Aquí, como se ha
dicho antes, no se busca directamente el resultado económico, ni el desarrollo
empresarial, si no que la investigación en sí y la promoción personal constituyen
su razón de ser.
Por otro lado, los centros públicos deben investigar porque la sociedad se
lo demanda, porque el pueblo, a través de sus organismos dirigentes, invierte
recursos procedentes de sus impuestos para que, en parte o totalmente, según el
caso se dediquen a esta labor investigadora.
Como ya hemos comentado al hablar de los tipos de investigación, las
motivaciones del personal adscrito a estos centros son muy distintas del caso
de las empresas privadas. El ritmo de
trabajo es mucho más tranquilo y no hay que alcanzar objetivos a tan corto
plazo. Esto hace que, a pesar de la atención que, en estos tiempos de crisis, aún
siguen prestando los organismos oficiales a la investigación pública, los
resultados no sean tan espectaculares como los obtenidos por las empresas
privadas en el campo del medicamento.
En los últimos años, las administraciones están realizando un importante
esfuerzo para minimizar la disyuntiva, investigación pública versus
investigación privada. Las empresas necesitan para crecer, e incluso para
sobrevivir, lanzar frecuentemente nuevos productos al mercado, aplicar nuevas
tecnologías y, en definitiva, innovar. Pero las empresas de tamaño pequeño e,
incluso mediano, difícilmente pueden dedicar recursos de forma permanente para
desarrollar productos de I+D+I.
Por otro lado la Universidad y los organismos públicos, en general,
disponen de pocos recursos económicos para llevar a buen fin sus proyectos y
para ir mejorando la infraestructura de sus laboratorios de investigación.
La solución reside en los proyectos de colaboración industria-universidad.
En ellos las empresas interesadas proponen un proyecto de su interés, que será
desarrollado por el personal investigador de la Universidad y financiado por la
empresa, la cual será la propietaria del resultado del proyecto. El grupo
investigador de la Universidad recibirá un dinero que le permitirá, aparte de
completar el proyecto de investigación propuesto por la empresa, disponer de
recursos para otros proyectos propios y para ir mejorando su infraestructura. Además,
a los investigadores les permite, también, mejorar su curriculum.
Los elevados costes que representa la investigación, sea en el ámbito
público o en el privado, repercuten de manera directa o indirecta en los
precios de los medicamentos. Esto nos lleva al siempre problemático dilema de
si los medicamentos son caros o baratos.
Desde hace algunos años algunos economistas han empezado a profundizar
sobre el tema, creándose lo que se ha dado en llamar “farmacoeconomía”. Se ha
empezado a exigir que los medicamentos sean no solo eficaces y seguros, si no
que demuestren ser una buena inversión para la salud, ya sea desde el punto de
vista coste/efectividad, o coste/calidad de vida, sobre todo comparándolos a
otros medicamentos existentes. La sociedad exige que un medicamento no
solamente cure las enfermedades, sino que lo haga a un precio razonable. Éste
es precisamente el gran reto de la investigación en nuevos medicamentos (bueno,
bonito y barato).
Nos queda una pregunta fundamental para nosotros:
En este contexto ¿Qué papel
tienen las academias de farmacia?
Como hemos dicho, se hace investigación en las Universidades, en los
centros del Consejo de Investigaciones Científicas, en las empresas
innovadoras, en centros hospitalarios, etc.
Pero no en las Academias. ¿Significa esto que las Academias pueden
inhibirse del tema de la investigación? Ciertamente No. Las Academias, y me
centraré en las academias de Farmacia, son promotoras de las Ciencias, en este
caso farmacéuticas. Deben por tanto, por su misma esencia, como promotoras del
conocimiento en el ámbito que les es propio, implicarse en la investigación y
dar difusión a los resultados obtenidos por los investigadores.
¿Deben, según esto, las academias publicar todo lo que se investiga?
Evidentemente, esto, a la par que imposible resulta inútil. El papel de las
academias debe centrarse en recopilar, filtrar y analizar lo que se realiza en
los centros de investigación, seleccionando lo que es realmente interesante y
positivo y separándolo de lo que es poco interesante o repetitivo. Deben además
digerirlo y presentarlo adecuadamente para su divulgación.
Las academias de farmacia disponen de un altísimo potencial humano
especializado en las ciencias farmacéuticas. Muchos de los académicos trabajan
o han trabajado en investigación. Están por lo tanto capacitados para realizar
este filtraje y publicarlo, sea de forma oral, en conferencias o seminarios,
sea de forma escrita en monografías o en las publicaciones regulares de las academias.
Es habitual que diversos profesores universitarios y otros profesionales
investigadores, una vez terminada su vida laboral, sigan en las academias
aportando sus conocimientos y experiencia para realizar, de forma desinteresada,
este trabajo de selección, síntesis y divulgación.
La labor de las academias es pues fundamental para que la sociedad conozca
el trabajo que realizan los investigadores de todo el mundo.
Muchas gracias por su atención
dijous, 10 de juliol del 2014
Bioelectricidad. Las cargas electrostáticas y la salud
BIOELECTRICIDAD: LAS
CARGAS ELECTROSTÁTICAS MEDIAMBIENTALES Y LA SALUD
Dr. José Oriol
Valls Planells
(Conferencia Reglamentaria de la inauguración curso del año 2013 de la Reial Acadèmia de Farmàcia de Catalunya)
Introducción
Hay una
estrecha relación entre la electricidad y la vida. El funcionamiento del cuerpo
humano, de los animales e incluso de las plantas, está condicionado a la
actividad eléctrica, lo que ha dado lugar a una ciencia que se denomina “bioelectricidad”.
Desde la
antigüedad se han realizado experimentos que demuestran esta relación entre la electricidad
y la vida:
-
El primer
experimento conocido se debe al abad Nollet quien en 1748 observó que las descargas
eléctricas favorecían el desarrollo de las plantas
-
El año 1775, en
Torino, el pare Gianbattista Baccaria escribió “Parece claro que la naturaleza
hace un amplio uso de la electricidad atmosférica para favorecer la vegetación
y que, además, esta electricidad predomina cuando el tiempo está sereno y que,
ciertamente, contribuye a impulsar la vegetación”
-
En 1901, en Alemania,
Aschkinass y Caspari, desarrollaron la ionización para mejorar el estado de salud
de la gente.
-
También en Alemania,
el año 1910 el Prof. Stefens, utilizó los iones negativos para tratar ciertas
patologías.
Hoy un gran
número de Universidades e Institutos de investigación han iniciado el estudio
científico y sistemático de la electricidad atmosférica como uno de los factores
relevantes de los procesos vitales de los seres humanos. Muchos centros de los
EUA como la NASA, la US Air Force, el Atomic Energie Commander, o el United
States Public Health Service, tienen grupos de investigación trabajando en este
tema. A parte, también hay grupos que trabajan en Rusia, Alemania, Bélgica,
Italia, Polonia, Rumanía, Dinamarca, Argentina, etc.
Una primera
observación que se puede constatar es que la atmosfera, cuando soplan ciertos vientos,
a determinadas horas y en ciertas partes del mundo, se convierte en insana, no
debido a la polución, en el sentido en el que normalmente hablamos de polución,
sino a desequilibrios en su carga eléctrica. El equilibrio de la carga eléctrica
del aire lo conocemos con el nombre de “ionización” y es vital para nuestra salud.
Cuando se altera este equilibrio, nosotros, los humanos, nos podemos sentir mal,
en el sentido de experimentar irritabilidad, depresión, fatiga e, incluso tener
tendencias suicidas. También hay que decir que un porcentaje del orden del 25
por ciento de la población es especialmente sensible a estos cambios: se llaman
persones “sensibles al tiempo”, en la literatura científica se les denomina
“electrosensibles”.
A parte de
esto, hay que tener en cuenta que el hombre, por si mismo, puede hacer el aire
tan eléctricamente insano como la propia naturaleza. Con la diferencia que mientras
la atmosfera natural normalmente es insana temporalmente, el hombre puede
convertir su entorno en eléctricamente insano de manera permanente. En las
ciudades de cualquier parte del mundo, en los automóviles y trenes, en los autobuses
y aviones, en los edificios altos de oficinas y apartamentos, el hombre puede
ser la causa de que el aire tenga una carga eléctrica tan errática que provoque
serias alteraciones de la salud.
Muchas veces
no relacionamos nuestro malestar con este desequilibrio eléctrico si no que lo
atribuimos a alguna causa más visible como es el exceso de trabajo o el mal
ambiente familiar.
Como veremos,
podemos hacer que el aire sea insano, simplemente por usar una ropa inadecuada
o utilizar materiales de construcción equivocados. Casi podemos afirmar que no
es el tráfico de la vida moderna en les grandes ciudades lo que nos hace sentir
mal, si no el desequilibrio eléctrico que ella comporta.
Iones positivos y negativos
En el medio
ambiente y, por tanto, en el aire que respiramos, existe una cierta cantidad de
electricidad estática. Esta electricidad es debida a la existencia de
partículas cargadas, corrientemente denominadas iones.
Los iones,
en el sentido más amplio, son átomos, moléculas o partículas diversas que han
ganado o perdido electrones adquiriendo, respectivamente, carga negativa o
positiva. Es decir si, por alguna circunstancia, un átomo o molécula neutra pierde
uno o varios electrones aparece una carga positiva, debido a que predomina la carga
positiva del núcleo. Se ha formado un ion positivo o catión. A la inversa, si
el átomo o molécula incorpora a sus órbitas uno o más electrones, al predominar
la carga negativa de los electrones sobre la positiva del núcleo, aparece una
carga total negativa. Se trata pues de un ión negativo o anión. Los átomos de
oxígeno tienen la particularidad de capturar fácilmente dos electrones libres,
convirtiéndose así en iones negativos de oxígeno.
La relación de
cargas positivas y negativas del aire es, normalmente, de 5 iones positivos por
cada 4 de negativos, pero esta relación varía notablemente en función de las
condiciones medioambientales o la polución.
Los iones
negativos o aniones, se forman habitualmente en el aire por las descargas eléctricas
de les tormentas i por las emisiones radioactivas. Otra fuente es la pulverización
(o nebulización) de agua con la lluvia fuerte, en les cascadas, en las olas del
mar cuando está agitado, y en los surtidores, entre otros. Se ha demostrado que
cuando el agua se nebuliza, las gotas más grandes adquieren carga positiva y
las más finas, carga negativa. Cuanto más fina sea la pulverización, más grande
será la proporción de cargas negativas. Gran parte de la sensación agradable
que nos produce una ducha fina reside en el aumento de la proporción de iones
negativos en el aire y en la piel.
Por otro
lado, los iones positivos o cationes, se forman por el efecto fotoeléctrico de
las radiaciones ultravioletas solares, por el efecto de los diferentes campos
electromagnéticos industriales, por los sistemas de calefacción y de aire acondicionado
y por numerosos aparatos electrodomésticos.
Se pueden producir, también, por la fricción de materiales sintéticos, plásticos,
fibras artificiales, etc. Al frotar los materiales aislantes, fácilmente se
desprenden electrones orbitales, adquiriendo carga positiva. El aire expirado
por las personas y animales es también rico en iones positivos. Existen, además,
iones positivos grandes o pesados, que son aglomeraciones eléctricas alrededor
de granos de polvo o “smog”, a los que también
se les denomina lentos per su escasa movilidad.
Efectos de los iones sobre la salud
La relación
normal de iones positivos y negativos en el aire es, como se ha dicho, de 5 a
4. Una pequeña desviación hacia el lado positivo causa trastornos, especialmente
en les persones sensibles, tales como hiperactividad del sistema nervioso
central con inquietud, malestar, irritación, cefalalgias, agresividad, etc. Estos
efectos de los iones positivos se atribuyen a un incremento de la secreción de
serotonina.
Por otro
lado, una atmosfera rica en iones negativos produce, tal como hemos dicho,
relajación y sensación de “encontrarse bien”. Hay numerosos trabajos que
muestran otros efectos beneficiosos de los iones negativos sobre los procesos
respiratorios (bronquitis, sinusitis y asma bronquial). Se ha demostrado
experimentalmente que toda persona que se mantiene en una atmosfera con
predominio de iones negativos, alcanza al cabo de dos días una reducción del
nivel de serotonina en sangre del 25%.
El aire
inspirado experimenta una limpieza, podríamos decir, mecánica, que realizan los
cilios de la tráquea y los otros conductos de paso de la laringe hasta los
pulmones. Los iones positivos retardan esta velocidad de vibración, sobre todo si
se trata de iones lentos o pesados provenientes de la contaminación y del humo
del tabaco. En una atmosfera contaminada la movilidad de los cilios puede
quedar disminuida de tres a diez veces. El aumento de la ionización negativa le
permite recuperar su velocidad de vibración i, por tanto, la pureza del aire
que penetra en nuestros pulmones.
Los iones
negativos producen otra mejora que podríamos decir electroquímica. Se trata de lo
siguiente: el oxigeno cargado positivamente es difícil de asimilar ya que los
iones de hierro necesarios para formar la oxihemoglobina tienen también carga
positiva y, per tener igual carga se repelen mutuamente y no pueden penetrar en
los capilares pulmonares ni reaccionar con la hemoglobina. En cambio, los iones
negativos de oxigeno, sí pueden atravesar fácilmente las membranas de los alveolos
pulmonares, penetrar los capilares sanguíneos y formar oxihemoglobina.
Por otro
lado se ha comprobado que la presencia de iones negativos en el aire incrementa
la presión alveolar del oxigeno reduciendo la presión del dióxido de carbono y,
por tanto, facilita la purificación de la sangre venosa.
La
permeabilidad broncopulmonar es un factor que determina la denominada “fase de
mezcla” de la respiración, es decir, el tiempo empleado para la entrada del oxigeno
en la sangre y la salida del dióxido de carbono que contiene. La velocidad de este
intercambio se eleva considerablemente cuando el aire inspirado es portador de iones
negativos, pues el dióxido de carbono tiene carga eléctrica positiva y, por
tanto, es atraído hacia el exterior.
Un efecto
importante de la ionización ambiental es la regulación de la tensión arterial atribuida
a la modificación del equilibrio de la secreción de las hormonas angiotensina y
bradiquinina. Se han realizado experimentos sobre grupos de personas
hipertensas e hipotensas sometidas a una atmósfera de ionización negativa. Si
bien ambos grupos mejoraron, la regularización de la tensión arterial fue más
eficaz en el caso de los hipertensos que en el de los hipotensos. Según
Tchijevsky esta regularización de la tensión arterial se debe a una compensación
del efecto hipertónico vascular producido por la pérdida de carga negativa de
las proteínas plasmáticas. Se ha propuesto también el uso de la ionización
negativa como protectora del infarto de miocardio.
Un interesante
efecto de los iones negativos es su acción antihemorrágica comprobada per Sulman
entre otros. Estadísticamente está probado que les hemorragias postoperatorias son
menos frecuentes en hospitales situados en zonas de fuerte ionización negativa.
En diversos centros hospitalarios suizos (como también de Rusia y de Hungría) se
han instalado generadores de iones negativos para evitar hemorragias en salas
de parto y de recuperación. Según Sulman esta acción es debida al cambio de
polaridad de los trombocitos.
También hay
estudios que permiten comprobar que los iones negativos disminuyen el envejecimiento
celular, probablemente, también, per un efecto sobre la polaridad de las
membranas celulares.
El profesor
Gualteriotti, director del Centro de Investigaciones de Bioclimatología Médica
de Milán, realizó una serie de experimentos sobre animales que vivían en un ambiente
de aire negativamente ionizado per procedimientos artificiales. El examen
histológico de los testículos y ovarios de los animales expuestos a altos
porcentajes de iones negativos durante noventa y seis horas mostró un estímulo
claro del proceso de maduración de las células germinales comparado con el grupo
control. Según este mismo autor un predominio de los iones negativos estimula la
actividad sexual y tiende a que los hombres sean más fértiles y las mujeres más
fecundas.
En estudios
realizados a partir de 1970 por el profesor Krueger, se ha investigado también
la influencia de los iones positivos y negativos sobre la respuesta a infecciones
virales en animales de experimentación, encontrándose que una desviación del aire
inhalado hacia la zona de iones positivos y una disminución de los negativos
aumentaba la tasa de mortalidad a más del doble. Al contrario, encontró que un
aumento en el contenido de iones negativos elevaba considerablemente la
capacidad de defensa de los animales y la tasa de mortalidad disminuía a menos
de la mitad.
Otro efecto beneficioso
de los iones negativos que se ha descrito en la literatura científica es una cierta
acción antitumoral a través de la activación de los linfocitos T “killers”. Así
lo confirman los experimentos con ratones que ha llevado a término el investigador
ruso Tchijewsky entre otros.
Las cargas electrostáticas, el medio ambiente y la
meteorología
Existen
zonas climáticas especialmente ricas en iones negativos donde se respira una gran
sensación de bienestar. En ciertos casos se debe a la presencia de una pequeña
proporción de materiales radioactivos que emiten radiaciones que ionizan
negativamente el aire. En otros casos, la simple presencia de surtidores o
cascadas es suficiente, tal como se ha dicho, para aumentar la proporción de
iones negativos en el ambiente.
Antes de una
tormenta, los vientos, por la fricción entre nubes y con el suelo provocan una
sobrecarga de iones positivos en el medio, lo que genera en nosotros el típico
malestar antes de las tormentas con excitación y sensación de angustia. También,
a menudo, esta sobrecarga positiva hace que aumente el dolor de viejas heridas,
callos, etc. Muchos animales son especialmente sensibles a esta sobrecarga
positiva que se produce antes de les tormentas.
Durante una tormenta,
las nubes cargadas negativamente producen fuertes descargas eléctricas hacia donde
hay carga positiva como es la superficie del suelo (rayos) o hacia otras nubes de
diferente carga por efecto de la fricción entre ellas (relámpagos). Estas descargas
generan una gran cantidad de iones negativos . Ello provoca que “después de la tormenta
venga la calma”. Es decir, se siente una gran sensación de tranquilidad y bienestar.
Los vientos
que soplan desde las zonas continentales (terrales), son los llamados “vientos
malignos” o “vientos de las brujas”. Vienen cargados de iones positivos por
efecto de su fricción con la tierra seca, al bajar de les montañas o al atravesar
el desierto. Eso hace que la gente que recibe estos vientos tenga alteraciones
del sistema nervioso.
-
El “Föhn o Foehn”, es
un viento seco que sopla en los Alpes suizos procedente del sur, a comienzos de
primavera y otoño y en Cataluña se le llama Fogony cuando baja de los Pirineos.
Cuando sopla aumentan los suicidios, asesinatos y accidentes de tráfico en más
de un 50%.
-
Cuando sopla el “Sharav”,
viento del desierto de Israel y Oriente Medio, aumenta el terrorismo y la
violencia, así como las depresiones y los suicidios. Estudios desarrollados en
Israel muestran que, cuando sopla el Sharav, procedente del desierto, aumenta
el número de suicidios y de atentados terroristas.
-
Efectos parecidos
provocan el “Siroco” en Marruecos, el “Santana” en California y el “Chinook” al
oeste del Canadá.
-
En Cataluña, a parte
del ya citado “Fogony”, también nos sentimos alterados cuando sopla el “Ponent”.
En un estudio llevado a cabo por el Hospital del Mar de Barcelona el año 2002
en 3000 personas, se revela que el viento seco procedente del interior triplica
la posibilidad de tener un ataque de angustia en personas que habitualmente lo sufren.
También es bien conocido el efecto de la “Tramuntana”, que baja de los
Pirineos. Es costumbre decir que están “atramuntanados” aquellos que están
afectados por el viento de “tramuntana”.
Por otro
lado, los vientos de “marinada” traen cargas negativas procedentes de las olas
del mar. Dan sensación de paz y bienestar. La misma sensación se siente cuando
se está cerca de una cascada o de un conjunto de surtidores, con abundantes iones
negativos. Todos sabemos que los jardines arábigos con numerosos surtidores
ayudan a alcanzar un estado de relajación y paz.
Ciertos fenómenos
geofísicos pueden producir, también, fuertes cambios en la proporción de iones
atmosféricos. Tal es el caso, por ejemplo, de las erupciones volcánicas en las
que se lanzan al aire, junto con las cenizas volcánicas, una gran cantidad de
iones positivos, contribuyendo a hacer irrespirable la nube tóxica que generan.
En les fases
de luna llena, la luna se acerca a la tierra y la carga eléctrica negativa de
la luna produce una fuerte repulsión de la cara externa de la ionosfera, también
negativa, que presiona y empuja a las capas inferiores de carga positiva que así
se acercan a la superficie de la tierra. Esta carga ambiental positiva produce
alteraciones nerviosas, descargas hormonales, hemorragias, inducción al parto,
etc. Así:
-
El Dr. A. Lieber,
de la universidad de Miami, analizó 2000 asesinatos ocurridos entre 1956 y 1970,
y concluyó que los valores punta coinciden con fases de luna llena.
-
El Dr. N. Shealy, cirujano
jefe de la clínica del dolor de la Universidad de Wisconsin, describió numerosos
casos de hemorragias, en pacientes sometidos a operaciones que se realizan cuando
hay luna llena. Durante siglos los cirujanos han recomendado no operar a los
hemofílicos en esta fase de la luna.
-
Los tocólogos y
ginecólogos saben que aumenta de forma espectacular el número de partos cuando
cambia la fase de la luna.
La leyenda
del hombre lobo, un hombre pacífico que en fase de luna llena se convierte en
un ser agresivo y malvado, se fundamenta en este hecho.
Otros fenómenos
astrofísicos como las tormentas solares, pueden también afectar la carga electrostática
de la superficie terrestre y, por tanto, influir en nuestro estado físico y
mental. Puede ser que algún día podamos, incluso, encontrar una conexión entre
la ciencia y la astrología.
Ambiente rural y urbano
Como ya hemos
comentado, el ambiente rural, sobre todo si se está cerca de un salto de agua,
el mar encrespado o un riachuelo de alta montaña, propicia la relajación y la
sensación de paz y bienestar. En cambio, en la ciudad, sobre todo dentro de los
edificios más o menos masificados, se respira una atmósfera tensa y un grado
elevado de excitación. Este hecho no solo se puede relacionar con la
concentración de oxígeno, que varía realmente muy poco de un caso al otro.
En el ambiente
rural abundan los iones negativos, mientras que en el interior de los edificios
con alta concentración humana hay una elevada proporción de iones positivos; en
parte por los propios habitantes, pero, sobre todo por las cargas electrostáticas,
mayoritariamente positivas, producidas por electrodomésticos, aire acondicionado,
ordenadores, luces fluorescentes y de bajo consumo, y además por el roce entre
materiales sintéticos.
Como se ha
dicho, en la naturaleza, la proporción de cargas positivas y negativas es de 5
a 4. En la ciudad y en ambientes cerrados, la proporción de iones positivos aumenta
notablemente. Varía también en determinadas condiciones y zonas climáticas.
Si medimos
el número de iones negativos en diversos ambientes encontraremos unas cifras parecidas
a las propuestas por Tocquet:
-
Después de una tormenta
cerca de 2.000 aniones por centímetro cúbico (cm3).
-
En el monte unos 1.500
aniones por cm3.
-
En el campo unos
750 aniones por cm3.
-
En una ciudad pequeña
unos 250 aniones por cm3.
-
En una ciudad
contaminada cerca de 50 aniones por cm3.
-
En el
automóvil no más de 10 aniones por cm3.
Es fácil de demostrar
que subir una pequeña montaña requiere, en general, menos esfuerzo que subir las
escaleras de un edificio en un ambiente contaminado.
En un trabajo
realizado per Beckett, en EUA, se puso de manifiesto la relación entre ionización
negativa y esfuerzo físico. Se sometió a un grupo de voluntarios a una fuerte
ionización positiva durante veinte minutos, comprobándose que su capacidad
respiratoria se había reducido en un 30%, aparte de experimentar molestias como
ronquera, garganta seca, dolor de cabeza, etc. Todos volvieron a su estado normal
al exponerse durante 10 minutos a una atmósfera de iones negativos.
En la Unión
Soviética, al finalizar la segunda guerra mundial, se realizó una interesante
investigación con cuarenta atletas de ambos sexos alojados en habitáculos especiales
y dotados de equipos de laboratorio para realizar les medidas pertinentes. Se les
separó en dos grupos, unos recibían aire normal y los otros, aire con una
fuerte ionización negativa. El grupo con aire ionizado mostró una resistencia media
a la fatiga del 240 % más respecto al grupo de aire normal y la resistencia del
grupo tratado siguió superior hasta 10 días después de cesar el tratamiento con
iones.
Las jaulas de Faraday
Llamamos “jaula
de Faraday” a un habitáculo aislado rodeado de paredes metálicas que impiden el
paso de la electricidad del exterior al interior y al revés. Los iones que se
generan dentro de la jaula de Faraday aislada difícilmente se pueden descargar.
Tampoco pueden entrar ni salir los campos electromagnéticos.
En el
automóvil se generan cargas positivas por la fricción del aire con la carrocería
del coche, por el aire acondicionado, por el friegue continuado durante la
marcha con los materiales plásticos del interior del automóvil y por las emisiones
de los ocupantes. Estos iones no se pueden eliminar por el hecho de que el
automóvil está aislado del suelo por los neumáticos, es decir se comporta como
una “jaula de Faraday”.
Al conductor
del automóvil, la alta concentración de iones positivos de su entorno,
conjuntamente con la atención que requiere la conducción, le genera excitación y
agresividad, sobre todo en días secos y ventosos, considerándose ésta la causa
de muchos accidentes. Por esto se explica que muchas personas tranquilas y
pacíficas cambien el carácter al coger el volante.
Algunas marcas
de automóvil están estudiando la posibilidad de que sus vehículos salgan de fábrica
con un sistema de producción de iones negativos.
Otro caso de
jaula de Faraday de gran interés son las capsulas espaciales. Los primeros
astronautas norteamericanos como Glenn y Carpenter experimentaron una intensa
fatiga y perturbaciones fisiológicas después de breves estadas en el espacio.
En principio estos trastornos no se podían explicar por la presión de oxígeno
que se había mantenido perfectamente regulada.
Por otro
lado, los astronautas rusos Nikolajev y Popovich no mostraron ninguna señal de
fatiga en sus viajes espaciales realizados el mismo año 1962 a pesar de que la
duración del viaje fue superior a la de los astronautas norteamericanos. La explicación
no puede ser otra que, los rusos, mejores conocedores de los efectos de los iones,
equipaban sus cápsulas espaciales con lo
que después se llamaron “unidades antifatiga”, que hoy son un elemento
indispensable en todos los viajes extraterrestres tripulados y que, no son otra
cosa que generadores de iones negativos.
El síndrome del edificio enfermo
Se conoce
como “Síndrome del edificio enfermo” la patología que afecta a las personas que
viven o trabajan en edificios de estructura tipo jaula de Faraday que impide el
paso de la electricidad de dentro a fuera y al revés. Estos edificios tienen un
alto contenido de iones positivos, con fuerte presencia de campos electromagnéticos
y una ventilación deficiente. Realmente quien está enfermo, no es, evidentemente,
el edificio, si no las personas que la habitan o trabajan, pero el causante es el
edificio y sus instalaciones.
Son,
generalmente, edificios de oficinas o viviendas de estructura metálica y vidrio
o de hormigón armado, con pavimentos plásticos o moquetas acrílicas y pinturas
sintéticas, con ordenadores y sistemas “wireless” (WIFI), lámparas fluorescentes
o dicroicas y otras fuentes de campos electromagnéticos.
Las personas
que pasan muchas horas en estos edificios experimentan patologías como sequedad
y picor de los ojos, lagrimeo, nariz tapada, sequedad e irritación de la garganta,
dolor de cabeza, debilidad, dificultad de concentración y depresión. Pero el
síndrome más característico de los que habitan un edificio enfermo es la
llamada “lipoatrofia semicircular” (LS).
La
lipoatrofia és una atrofia del tejido adiposo de localización subcutánea que se
ha descrito en diversas partes del cuerpo como los muslos y antebrazos. En la
mayoría de los casos, estas lesiones se muestran sin ninguna otra sintomatología.
La LS se presenta en forma de lesiones semicirculares (de aquí el nombre) y
puede adquirir forma unilateral o bilateral. Es reversible en todos los casos,
cuando finaliza la exposición a los factores de riesgo que la provocan. Un
seguimiento largo (de 11 años) así lo demuestra.
La etiología
aún no está totalmente confirmada, pero debido al hecho de presentarse casi de
manera exclusiva en edificios enfermos, hace sospechar que está relacionada con
las características de estos edificios: cargas electrostáticas, campos electromagnéticos
y mala ventilación, acompañadas de micro-traumatismos por presión.
Se ha podido
constatar que en un 90% de los casos el empleado con LS trabaja en una mesa metálica
con cantos delgados y un 30% se apoya en ella más que otros. Se cree que al presionar
sobre la mesa en condiciones que favorecen una mayor electricidad estática, la
descarga repetida favorecería la formación de las lesiones. El 87% de los
afectados son mujeres (puede ser porque su tejido adiposo es más grueso) y el
7% son empleados de la limpieza (puede ser porque se apoyan frecuentemente en
las mesas al limpiar). Para diagnosticar la LS es suficiente con exploración
médica y no necesita tratamiento; eso sí, habrá que cambiar las condiciones de
trabajo.
En todo caso
conviene revisar los sistemas de ventilación general, la climatización y los
sistemas de humidificación del aire, la instalación eléctrica de la mesa o lugar
de trabajo, el tipo de suelo (natural o sintético) y si se ha hecho un tratamiento
antiestático de las moquetas, alfombras y pavimento, y también comprobar los
equipos eléctricos que puedan tener fugas y generar campos electromagnéticos
como son los ordenadores, redes wifi, telefonía móvil, lámparas fluorescentes y
dicroicas, etc. Para que un edificio se pueda catalogar como enfermo, los
síntomas han de afectar como mínimo a un 20% de les personas que lo ocupan.
Un 30% de
las oficinas catalanas presentan el síndrome del edificio enfermo, según
estimaciones de la asociación de empresas vinculadas a la descontaminación del aire
interior de estos inmuebles. El primer caso observado en Cataluña obligó en
2007 a desalojar 150 trabajadores de un edificio de Gas Natural de Barcelona.
El último caso detectado, ha obligado a cerrar, este 15 de diciembre y durante
tres meses, la biblioteca Agustí Centelles de Barcelona, después de afectar a 13
de sus 15 trabajadores e incluso algunos lectores de la biblioteca. Durante este
período de cierre se harán las reformas necesarias parar evitar la aparición de
nuevos casos.
La antes citada
asociación empresarial de descontaminación del aire ha promovido una iniciativa
para que las oficinas y edificios públicos se sometan a evaluaciones para disponer
de un certificado de calidad del aire interior.
El 27 de
marzo de 2008 el presidente del Comité Intercentros del Grupo Agbar presentó a la Inspección de Trabajo una
sospecha de brotes de abortos espontáneos entre trabajadores del edificio de la
Torre Agbar de Barcelona y concretamente relacionado con las causas de LS. A
partir de esta comunicación se decidió investigar cual era la tasa de abortos
espontáneos clínicos en este grupo de mujeres y si estaba por encima de lo que
cabía esperar. El estudio que duró un año y ocho meses se realizó sobre 54 mujeres
embarazadas de la Torre Agbar, de las cuales 12 acabaron en abortos espontáneos.
Este estudio concluye que no se puede considerar que se tratara de un brote de abortos
atribuible al edificio enfermo. De todas formas, conviene que pensemos que muchos
de estos informes están cuestionados por intereses políticos y empresariales,
por lo cual tienen una fiabilidad
limitada.
Hoy se dispone
de una serie de aparatos de ionización que, a la vez que filtran el aire de
partículas contaminantes, generan iones negativos que mejoran la calidad del aire.
Su instalación puede contribuir a mejorar eficazmente los edificios enfermos.
El funcionamiento de los ionizadores se basa en un sistema emisor de un haz de electrones,
que son capturados por las moléculas de oxigeno convirtiéndose en iones negativos.
Los electrones se producían antes, como en los pararrayos, con un material
radioactivo (polonio 210) rico en radiación beta (electrones) y pobre en radiaciones
gamma perjudiciales por su alto nivel de penetración. El emisor tenía forma de
aguja, lo que permitía que los electrones
saliesen por la punta de la aguja. Hoy se consigue la emisión de electrones con
el uso de bobinas especiales (tipo fly-back), parecidas a las de encendido de los
motores de los automóviles, que consiguen tensiones elevadas del orden de los 6.000
volts. Esta alta tensión aplicada sobre un conductor en forma de aguja produce
un intenso haz de electrones que sale por la punta y que, incluso se puede
observar directamente en una habitación obscura. A parte de producir iones
negativos, los ionizadores tienen la propiedad de flocular las partículas de
polvo o “smog” de carga positiva y las bacterias y hongos que pululan,
mejorando la calidad del aire.
Descarga del cuerpo
Nuestro
organismo genera y recibe cargas electrostáticas positivas y negativas de
diversas formas. Recordemos que ya se ha dicho que el aire que respiramos,
transporta iones positivos y negativos y que mediante los alveolos pulmonares les
transporta a la circulación sanguínea que los reparte por todo el organismo. Por
otro lado, los procesos metabólicos generan un número elevado de cargas,
principalmente positivas, que hay que eliminar para mantener un buen estado de
salud. En el proceso de eliminación interviene también el sistema respiratorio.
El aire expirado contiene un buen número de iones positivos en forma de dióxido
de carbono ionizado.
De todas formas
no hay que olvidar otro mecanismo de captación y pérdida de electricidad del
organismo humano; la piel. La piel humana y de los animales es un material
semiconductor que, debido a la gran superficie que tiene, puede captar o perder
cantidades importantes de electricidad. La conductividad de la piel se pone de
manifiesto cuando tocamos, por ejemplo, la carrocería de un automóvil que ha acumulado
cargas electrostáticas; se puede producir una chispa, que puede, incluso, causar
dolor.
En este
aspecto, el exceso de cargas positivas del organismo se elimina continuamente cuando
se camina descalzo per un suelo de material conductor o semiconductor.
Por eso es
conveniente que el suelo de las viviendas sea de materiales naturales como el mármol,
la madera, o los ladrillos de cerámica porosa no vitrificada que, al retener la
humedad ambiental, tienen una cierta conductividad, facilitando la descarga de les
personas a través de la piel de sus pies. No pasa así con los materiales sintéticos
de tipo plástico o de los materiales recubiertos de barnices acrílicos que son
fuertemente aislantes y no permiten la descarga de los iones perjudiciales.
También se
ha de tener en cuenta el tipo de calzado, ya que en nuestra cultura no es corriente
caminar descalzo. Las suelas de cuero, de esparto o de otro material natural
(excepto el caucho) son semiconductores y, al caminar sobre un suelo formado por
materiales que dejen pasar los iones, poco a poco se va facilitando la descarga
de los iones perjudiciales y se puede conseguir alcanzar lo que se denomina equilibrio
bioeléctrico. En cambio, el calzado con suela sintética de material aislante no
permite descargar el cuerpo, aunque se camine por un suelo conductor.
El famoso
pediatra argentino Dr. Florencio Escardó publicó en 1983: “el calzado con
suelas aisladoras (caucho o cualquier material sintético) impide la descarga a
tierra de las cargas eléctricas que se producen en múltiples circunstancias en
las que nuestro cuerpo puede cargarse a potenciales de decenas de millones de
voltios. El chico se convierte en un condensador; y si de noche padece un
“falso crup”, la mamá, por consejo del pediatra, lo lleva al baño, y abriendo
la ducha lo somete a lo que ella (y el doctor) creen que es un baño de vapor,
cuando en realidad es un baño benéfico de iones negativos. Un pequeño aparato
productor de ellos y puesto en la mesa de la luz le hubiera ahorrado la ducha y
el falso crup”
Si bien
consideramos exagerado que un niño se puede cargar con decenas de millones de
voltios, la advertencia es significativa, indicando como se puede descargar un
cuerpos humano con un calzado adecuado (o sin) y neutralizando el exceso de cargas
positivas con los iones negativos producidos por la nebulización de agua.
Muchos actos
sociales, como dar la mano, hacer caricias o besar, provocan intercambio de cargas
eléctricas, equilibrándose las de las dos personas que se comunican físicamente.
Incluso se da el caso de saltar una chispa eléctrica perceptible al dar la mano
a ciertas personas con alta carga eléctrica.
En este
aspecto hay que tener en cuenta que las mucosas, sobre todo si son húmedos, son
mucho más conductoras que la piel, lo cual favorece que el intercambio eléctrico
sea mucho más intenso, por ejemplo, en los besos de película o en las relaciones
íntimas.
Uno de los
efectos que contribuye al efecto relajante de los masajes corporales es la descarga
eléctrica que tiene lugar durante el tratamiento.
Otras formas
de descargar rápidamente el organismo son la ducha y los baños. El hecho de liberarse
de las cargas electrostáticas es parte de la sensación agradable que producen
estas costumbres higiénicas.
Conclusión
El ambiente
bioeléctrico es importante para nuestra salud física y mental. Hemos de
procurar vivir en un entorno cargado, sobre todo, de iones negativos. Hay que cuidar
el vestido y el calzado y huir de los edificios enfermos. Nos hemos de proteger
de los campos electromagnéticos que generan la telefonía móvil, ordenadores,
electrodomésticos y ciertos tipos de iluminación. Se han de emplear materiales
naturales y pinturas adecuadas en suelos y paredes de nuestras viviendas y lugares
de trabajo y, si es preciso, reforzar la presencia de iones negativos utilizando
ionizadores de calidad y humidificadores que mejoren el ambiente bioeléctrico
de las viviendas.
Les personas
especialmente electrosensibles, que ya hayan experimentado molestias por culpa
de les cargas electrostáticas, han de reafirmarse en tomar las medidas indicadas
y huir de les zonas frecuentadas por los vientos malignos y otros fenómenos
meteorológicos que generen iones positivos en cantidad.
Nuestra
salud es nuestro bien más preciado, cuidémosla.
Gracias señores
por su atención.
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